La vieja dueña de Chispas

La placita tiene los domingos al atardecer un ambiente especial. Están los bakalas de mi barrio que, con la excusa de pasear a sus perros, aprovechan para tomarse unas birras y echar unos leños con los amigos, de trankis que es día de resaca; dentro del arenero, están un par de notanjovenes y en ocasiones estoy yo, paseante de perros que no tengo, que hacemos lo propio. La vieja dueña de Chispas, un cachorro salido y juguetón que la supera en fuerza, llega algo más tarde e indeferente a los rulos de los flays nos saluda a todos, nos pide que metamos al perro dentro del lugar reservado para que hagan sus necesidades; se sienta y charla muy animada con los canis de gorra, zapas y sudadera que siguen bebiendo, fumando ante ella y dándole conversación. Pasado un timepo vuelve a requerir nuestra ayuda para ponerle la correa al can.

- Hasta luego chicos -nos dice a todos con su mejor sonrisa.

- Adiós señora -responden educados los kies- y acarician a Chispas a modo de despedida.

La vieja dueña de Chispas siempre deja en nosotros una agradable sensación.

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