El gótico

El chico gótico no recuerda en que momento perdió la fe; no la religiosa que siempre tuvo apenas encendida, como el cirio pascual que difumina en la oscuridad de la iglesia vacía con olor a incienso y cera derramada que visita a deshora a las dolorosas con lágirmas de cristal, a los cristos sangrantes y a los martirizados santos, fuente de su inspiración, sino la fe en sí mismo y en los demás.

Si no se cree en uno mismo no se puede creer en nadie, en nada, sólo en las negras imágenes que pueblan sus pensamientos.

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