La atleta




Era más fuerte y mejor deportista que cualquiera de los chicos del grupo y tenía unos ojos que siempre reían. La admiraba por su seguridad, y porque ponía en aprietos, en ridículo, a todos menos a mí, el más torpón de ellos. Nunca me desafiaba y no me afectaban sus proezas porque en mi cabeza ya había otras cosas además de correr y pelear. Un verano se fijó en mí, lo pasamos hablando, paseando, formando equipo en los juegos de parejas y hasta nos dimos un beso bajo el agua. Tras ese verano no hubo nada. La veo de tarde en tarde y conservamos nuestra amistad de la niñez. Hoy no es fuerte ni atlética, pero sus ojos siguen riendo.

No hay comentarios: