Careto



Cuando llegue el otoño le plantaré cara a la vida, una nueva cara, entre tanto, dejaré que el sol tueste mi viejo rostro que será historia. Los treinta y ocho me prestarán una faz renovada, un careto, imagen corporativa, que presentaré como tarjeta de visita, por delante de mí. Como casi todos los cambios importantes, este tampoco lo he decidido yo, ha sido el dermatólogo que eliminará de mi cara dos lunares que me acompañan desde que tengo uso de razón y me aplicará, si mi analítica lo permite, el tratamiento que toman los jovencitos contra el acné, tras fracasar en su predicción que, como promesa de político, vaticinaba que cuando fuera mayor y mis hormonas se tranquilizaran desaparecería. Puede ser que se haya cumplido la primera premisa pero no la segunda.

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