Me gustaría aprender a no decir no, como mi madre. Ella, ante cualquier petición que escapaba a nuestras posibilidades o que le parecía inconveniente respondia, interrogándose, con un si del que, por el tono, sabíamos que era un no.

- Mamá, quiero una cazadora de tal marca
- ¿Una cazadora?. Si
- Pero mamá, por favor, que no es tan cara y me gusta mucho.
- Que si, que si, que te estoy diciendo que si.

La cazadora, pese mi insistencia y su afirmación, se quedó en la tienda y no había discusiones.

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