Tendría nueve o diez años, y él, con quince o dieciséis, era mi héroe; jugaba conmigo, me escuchaba, inventaba historias para mi, y, por las noches, antes de dormir, desde su cama tendía su mano, tomaba la mía, y decíamos: "alacasum casum casum", que, según él, significaba siempre unidos hasta la muerte... Y así fue
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