Arenga

Por las mañanas, cuando hago la ruta de bus escolar con mi furgoneta, hay un momento en el que apago la radio y me siento como Alejandro Magno arengando a sus tropas, pidiéndoles esfuerzo, empuje, disciplina y lealtad, porque uno sabe lo fácil que es que cualquier contratiempo o nimia discusión te tuerzan un día que prometía ser perfecto. Cuando me quedo solo, tras dejar a Toña en el trabajo, repaso mentalemente mis listas de defectos y afectos para darme ánimos y afrontar la jornada.

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