No se si es por mi profesión, tal vez sea que me ven cara de sacerdote, que pretenden insinuarse o, simplemente, que soy incapaz de cortar por lo sano, pero en menos de un mes una señora en la cincuentena y nada atractiva me ha contado en que consiste la rehabilitación de la musculatura de su suelo pélvico con todo lujo de detalles, como el terapeuta le introduce un dedo en la vagina y le cuenta las contracciones, y otra joven pero de igual belleza que la anterior me relató como la habían operado, mientras ni corta ni perezosa se bajaba los pantalones, me enseñaba el pubis y me cogia la mano al tiempo que decía "toca, toca". Estás son mis conquistas, estos son mis poderes.

No hay comentarios: