Ahora que sé que me lees, quiero decirte que me acuerdo. Me acuerdo de cuando, cada uno sobre el brazo de un sillón, a lomos de nuestros camellos recorríamos el desierto y salíamos victoriosos las batallas, encontrando un oasis. De nuestras escapadas clandestinas, por la puerta de atrás, a tienda del Sr. Domingo a comprar chucherías. De cuando llegabas del colegio de Córdoba, los fines de semana, y te bajabas del autobús con tu maleta roja, llenando la casa de alegría que duraba sólo hasta el fin de las lágrimas de "La Casa de la Pradera". Ha pasado mucho tiempo, pero cada vez que tras encontrarnos tomamos de nuevo nuestras rutas, nuestras vidas, vuelvo a ver a la niña de la maleta roja despidiéndose, y vuelvo a sentir la misma pena que entonces; te echo de menos.

No hay comentarios: