Responsable en cierto modo de la búsqueda de la verdad de Pico no puedo menos que advertirle de los peligros que ello entraña. La verdad, en ocasiones, es arrogante y engreída, se disfraza de poder absoluto y excluyente, y en su afan de ser el centro de nuestra vida, la superstar que nos canta al oído, nos ciega sin dejarnos ver el entorno, nos ensordece con música de sirena sin permitirnos escuchar el concierto de la vida, y nos enmudece dejándonos emitir exclusivamente sus voces de mando. En verdad os digo que hay que ponerla en cuarentena, pesarla medirla y adornarla de fantasía, buscarla y, una vez hallada, no creerla a pies juntillas.

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