Ayer volví a sentir una satisfacción que quizá sólo se tenga en el noble ejercício de mi profesión. Ayer, en la guardia, volví a ganar un juicio penal (de faltas) por estrictas cuestiones formales. Fue un enjuiciamiento rápido, de esos nuevos, y tan aprisa fueron, que olvidaron algún detalle. El acusado, bien aconsejado por mi, no reconoció ninguno de los hechos, y, ante la falta de pueba, resultó absuelto.
No era a mí a quien correspondía probar su culpa, por lo que cumplí con mi trabajo de forma impecable, sin remordimiento de conciencia y lo que es más, pase el resto del día de lo mas contento y satisfecho. Es como ganar a las cartas al sistema. ¿Estaré perdiendo mi alma?. Eso si, abronqué después al delincuente primerizo, indicándole la suerte que habia tenido con el detalle formal y aconsejándole que se dedicara a otros oficios en este lado de la ley, que uno tiene sus principios.
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