Septiembre, extraño septiembre
El viejo verano mantiene a duras penas una sonrisa forzada; se empeña en calentar en un agónico último esfuerzo, irradiando sobre nosotros brillantes haces de oro blanco. Mientras, los propósitos estivales para el nuevo curso, más numerosos que los de año nuevo, se desvanecen o nos llenan de incertidumbre y temor. Todo es extraño en septiembre: Extraño no haber visto aún a ninguno de los amigos. Extraña se siente Toña, gallina en corral ajeno, en su nuevo trabajo. Extrañado de que haya superado la censura, recibo un e-mail de Manolo que nos extraña desde Shangai. Una visita a mi blog desde Emiratos Árabes; no me extraña, es José que ya vuelve. Extraño, pesaroso, perezoso y temeroso me siento ante la remota posibilidad de que, por una extraña casualidad, pueda cambiar lo que llevo haciendo desde hace quince años. Extraña luz, siempre extraño septiembre.
Despíertame cuando septiembre termine
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