Juego a pintor abstracto, mi boca es el pincel, expulsando humo sobre los haces de luz que se filtran por las rendijas de la persiana. Dibujo azules fantasmas que me rodean moviéndose lentamente. Tumbado sobre la cama, abstraído, no me doy cuenta de que los más viejos me asedian. Soplo, se desvanecen y dejan pasar a otros nuevos. Cierro los ojos y pienso en los que tengo en mi cabeza. También son de humo. He asumido el pasado. Quise, amé: Ahora ya sé conjugarlos en pretérito.
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