Vísperas

Para los que no podemos ir y a los que les es imposible.

Las palabras que transcribo no son mías, son de mi abuelo, Antonio Rodríguez Valdés, en el programa de feria de 1.927. 


“Forastero: si no has visto la romería de Ntra. Señora de Belén, no has visto algo hermoso y conmovedor, que en abigarrada confusión de sentimientos y colores, te has de emocionar.


“El día de la romería acuden al famoso Santuario infinidad de devotos, carros primorosamente adornados, que llevan un bello cargamento de mujeres bonitas, arrogantes jinetes enjaezados con primor, automóviles, coches y trenes, llevan a Belén a una multitud alegre que llena de vida y de dulce calma aquel paisaje ensoñador”.

“Los romeros acompañan a la milagrosa imagen hasta el pueblo desde el santuario, entonando las tradicionales coplas de la Virgen, llenas de fervor. Al paso por Almorchón, encuentra las calles adornadas y una gran multitud allí la espera… Pero lo realmente conmovedor es la entrada en el pueblo, la multitud llena materialmente las calles y plazas del trayecto, en que se levantan arcos de triunfo en serie infinita”.

“Arden al paso de la venerada Imagen, multitud de castillos de fuegos artificiales; cantan todas las campanas en una letanía de gloria y el público, electrizado por la emoción del momento, entona las coplas, fragantes de ingenuidad y sencillez, en honor a la Virgen, que se destaca sobre un mar de cabezas con un gesto protector. La vez primera que yo, forastero como tú, presencié la entrada de la Virgen, fue una emoción tan grande que las lágrimas pugnaban por brotar en mis párpados. La entrada de la virgen de Belén, anualmente, en Cabeza del Buey, es algo conmovedor e inolvidable (A. Rodríguez Valdés) 

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