Folleto
He subido solo y al ascensor se le ha encendido la señal de exceso de carga; tal vez por eso he abierto con parsimonia, como si la vida me pesara, la puerta de casa. Lento, he ido a nuestro cuarto, me he dejado caer sobre la cama y he abierto el cajón de la mesilla de noche. El folleto de los sueños, antes blanco, que guardábamos se ha hecho otoño. Lo he guarado cuidadosamente con las facturas y las garantías que también amarillean y he cerrado, no sin dificultad, el cajón. Continuaremos con las cosas y los días sencillos.
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