El paquete

Entre en la mensajería con mi paquete para envíarlo con la creencia de estar actuando en un pretencioso arrebato de vanidad; entregué el paquete al dependiente e imaginé mientras transcirbía la dirección de la editorial que él y sus compañeros pensaban que tenían delante a un iluso engreido que mandaba una novela con la esperanza de verla publicada. Cuando entregúe el paquete entregué mis miedos, salí a la calle sin ellos y me di cuenta por la conversación que dejaba atrás que en lo único que pensaban los empleados de Nacex era en que se aproximaba, por fin, la hora del cierre. Caminé hasta mi casa cantuarreando una canción: me había quitado dos pesos de encima y me sentía feliz con independencia de que tenga éxtito o no.

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