Arco

Su amigo le pidió que, por favor, le pasara un cacho para un peta, y, como es normal entre colegas le dijo que sí, que cuando saliera del despacho se lo daba. Le cortó un trozo y el resto se lo volvió a guardar en el bolsillo, bien envueltecito en albal.

Al día siguiente, por la mañana, fue a entrevistarse con dos clientes. Al llegar, en el aparcamiento, como es su costumbre, fue a dejar el móvil, la cartera, las llaves, las moneda, todo expcepto su carnet profesional y el D.N.I. en la guantera del coche, pues el detector de metales es muy sensible y la última vez casi le desnudaron porque la hebilla metáica del cinturón hacia saltar la alarma. Lo hacen hasta esas bandas que tienen los billetes de euros. Se revisó los bolsillos y se puso pálido, ahí estaba la piedra en su papel de aluminio. ¡Menos mal que se dió cuenta!. Por un momento se vió pasando por el arco, detendio, alegando autoconsumo, pidiendo una analítica de orina que lo acreditase y a las puertas de la cárcel.

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