El atasco
(Hecho real)


M. llegó tarde a los Juzgados, nerviosa, angustiada, apremiante preguntaba por un túnel de lavado. Sus compañeros la miraban con ojos de sorpresa, como quien ve a un loco, sin entender ni preguntar el por qué de las prisas por lavar el coche. Se dio cuenta de las miradas y explicó que en el atasco en la carretera de La Coruña le había caído del cielo, sobre su parabrisas y la ventana del copiloto, una sustancia espesa, viscosa. Preguntó a su acompañate si alguien les había escupido o si tal vez era la cagada de una cigüeña. Miraron hacía arriba por la ventanilla de su amiga y descubrieron que en el camión de al lado, el conductor sujetaba con su mano la fuente de la que había emanado el riego mientras miraba con los ojos fijos, desorbitados, a sus minifaldas, irremediablemente arremangadas por la postura que llevaban en los asientos.

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