El imputado

Ayer, con mis doce años de experiencia en esto, cometí un error de novato. Mi defendido me vió aparecer en el Juzgado en mi coche y, al terminar el juicio, me preguntó si volvía a Madrid y podía llevarle. Me pilló desinflado y accedí. Nos encaminamos al parking, subimos al coche y nos acercamos a la caja. Me bajé del coche, eso sí, asegurándome de retirar las llaves pero dejando en el interior la chaqueta con la cartera. Mientras me dirigía a pagar, mi imaginación comenzó a volar, pedí un ticket a la cajera y, con la excusa de guardarlo en la chaqueta, cuando volví al coche me aseguré al tacto de que la cartera seguía en su sitio; nos dirigimos a Madrid, mientras el coche se llenaba de su olor corporal, manteniendo conversaciones carcelarias, sobre su jucio, llegando casi a la discusión, y sobre la justicia. El imputado tenia muy claro que si tuviera otro nombre o dinero su situación sería diferente y yo trataba de hacerle ver que no, pero él insistió diciendo: "pero no has visto la cara de puta que tenía la jueza, esa por pelas haría cualquier cosa". Con una excusa me deshice de él a la entrada de Madrid y en el primer semáforo saqué la cartera del bolsillo y comprobé que no faltaba una sóla tarjeta.

No hay comentarios: