Los dinosaurios tras las huellas


Estuvimos en Enciso , tras la huella de los dinosaurios. O más bien, nos juntamos doce dinosaur@s amigos y nos pasamos el fin de semana tras las huellas de las copas (bebiendo, fumando, jugando y tosiendo, angustiando, muriendo y na haciendo") tras las huellas en las rocas, y tras las crias, catorce.

En la manada hay crias desde los 10 años a los ocho meses. Así que ha habido un rugido constante, sobre todo por parte de mis dos dinosaurios pequeños, que han intentado, con gran todas sus fuerzas, pero sin éxito, estropearme la diversión, aunque creo que han podido poner a Elsa y mas de un@ al borde del ataque de nervios. Ellos, desde su infinita inocencia, no han pedido perdón, así que lo hago yo en su nombre.

No conseguí :-( que fueramos por la noche a las pozas de aguas termales, donde se cuenta que en las noches cálidas, como las que tuvimos, la gente se baña desnuda a la luz de la luna y ¡ay!. Esperaré desesperanzado al viaje a Grecia, a ver si con aquello del veinte aniversario....

Por lo demás, el viaje transcurrió sin más incidente que el de la carne olorosa de la comida del domingo, con reclamación incluída. Allí vi lo que nunca pensé que vería. Ante la queja del mal olor y sabor del filetón, la camarera, en lugar de seguir la máxima de "el cliente simpre tiene razón", armada de cuchillo y tenedor, abordó el plato del pobre Iñaki, y tras introducir la presa en descomposición en su boca, pretendió adobar la comida ni más ni menos que con la Guardia Civil, pues si, ¡los que faltaban!.


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