Cuando el cansancio nubla la vista y el sol te deslumbra haciendo que el cristal del parabrisas reluzca brillante, es momento de ponerse las gafas de sol o bajar la visera de la gorra, plantando cara al calor, el verano me llama. Aun no me voy de vacaciones, pero tal vez no vuelva a escribir hasta septiembre.
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